Salí de la ciudad cansado de asfalto, buscaba regresar a la
tierra, al reposo de los campos. La ciudad apesta, los perros apestan, los
niños apestan, todos apestan con ese olor a urbe, a prisa, a presencia anodina e insulsa; y sin embargo
soy yo el que huye como un apestado.
En todo lo que fue vergel y tierra fértil ahora encuentro
un erial salvaje y agreste.
Hoy mi Anatomía no suena, no entiendo como el viento es capaz de traer silencio ¿Tan
muerta habrá pensado que está esta tierra?
Algo más fuerte que el sol no cesa en su empeño de
destrucción y entre el óxido crea un espejismo donde encuentro algunos restos
de la cosecha.
¿Crees que con esta muestra imaginaria será suficiente para
poder sembrar de nuevo?