2 de diciembre de 2017

Relatos de Anatomía Sonora: COLECCIONISTA DE SINSENTIDOS

Pido café, espero a que me lo sirvan y ocupo mi tiempo en mirar el servilletero sobre la mesa, uno de esos que están tan apelotonados que cuesta arrancar la servilleta sin romperla.
Cojo el papel y busco un bolígrafo, me siento inquieto y conecto  los auriculares a mi móvil, necesito algo de música y me dedico a garabatear porque parece que cuando esperas que venga el camarero a tu mesa tienes que disimular, como si tuvieras la obligación de hacer algo, una obligación contigo mismo como para encontrar tu sitio en el bar,  una manera de adaptarte al entorno y ahora sí, ya puedes observar detenidamente: cuanta gente hay en el local, quien te mira, el tipo de personas que tienes a tu alrededor. No sé, es una paranoia sin sentido.
El camarero me sirve,  de reojo mira los dibujos que he estado haciendo, pone cara de fingir que no ha visto nada aunque he notado como estira levemente su cuello.
Da igual he dibujado cosas sueltas, sin sentido: un ataúd, unas tetas, un cigarrillo, una oreja, un remolino, un enjambre de abejas.
Pienso si estos dibujos dicen mucho de mí desde mi subconsciente. Parece que siempre hay que buscar un sentido a todo, supongo que es algo que nos da seguridad.
Lo del cigarrillo es evidente, también es evidente que pienso en tus tetas, las abejas no sé que significan, el ataúd... Si, soy un tío absurdo, ¿no lo es la propia vida?  la jodida existencia.
A  veces no sé si vale la pena pensar, sobre todo pensar en lo efímero, seguir especulando sobre la vida y  la muerte ¿Y si mientras reflexionamos? ¿Y si mientras escuchas una canción, quizá alguien tiene planes para nosotros?
Tal vez no hay nada preconcebido, no existen planes, no existe nada. Y un día no existes y el sinsentido ya es monumental.
Esto sí que es una paranoia, un espiral de preguntas que no puedo responder, voy de un lugar a otro en mi cerebro. Observo el suelo del local y veo suciedad: suelas desgastadas,  azucarillos derramados, almas rotas, servilletas sucias, cordones desatados,  papeles en añicos, manchas de grasa. Sigo dibujando cosas que no tienen nada que ver unas con otras: un zapato de tacón, un dólar, una guadaña, un corazón roto.
 Ajusto el volumen de mis cascos, pulso el botón adelante y atrás y voy de una canción a otra,  y todo vuelve a carecer de sentido. Me quedo con un tema “Day is Done” de Nick Drake,  “cuando el día acaba”, una preciosa canción.
¡Nick Drake y sus jodidas canciones! al fin y al cabo la historia de Drake sí que es jodida, no se sabe si fue suicido o sobredosis de medicación, que ya es el colmo del sinsentido.
Y la canción bonita me pone muy triste pero sigo escuchándola dibujando y preguntándome cosas absurdas.